martes, 14 de agosto de 2012

Desigualdad, o la avasalladora inestabilidad de las sociedades inequitativas

 Sustantivo, femenino.

Para esta entrada de Palabras de la Coyuntura, ofrezco mi traducción de un artículo interesantísimo tomado del sitio web de la revista New Scientist. Tal vez no explique el significado de la desigualdad, pero en cierto modo explica por qué la vemos en todas partes. Para ver el artículo original, hagan click aquí.

Desigualdad: ¿Por qué las sociedades igualitarias desaparecieron?

30 de julio de 2012 por Deborah Rogers
Número 2875 (New Scientist)

Por milenios, compartir y cooperar fueron la regla, pero la inestabilidad propia de las sociedades desiguales provocó que éstas se extendieran.

Por 5000 años, los humanos se han acostumbrado a vivir en sociedades dominadas por unos cuantos privilegiados. Pero las cosas no siempre fueron así. Durante decenas de miles de años, las sociedades igualitarias de cazadores-recolectores fueron muy comunes. Y según lo muestra un conjunto de investigaciones antropológicas, mucho antes de que nos organizáramos en jerarquías basadas en la riqueza, el estatus social y el poder, estos grupos hacían cumplir con rigurosidad las normas que impedían que algún individuo o grupo adquiriera más estatus, autoridad o recursos que los demás.

La toma de decisiones estaba descentralizada y el liderazgo era ad hoc; no había jefes. Había esporádicas luchas encarnizadas entre individuos, por supuesto, pero no existía ningún conflicto organizado entre grupos. Tampoco existía una clara noción de la propiedad privada y por tanto no había necesidad de la defensa territorial. Estas normas sociales también afectaban los roles de género: las mujeres eran productoras importantes y gozaban de cierto poder, y los matrimonios eran típicamente monógamos.

Mantener el campo de juego nivelado era un asunto de supervivencia. Estos pequeños grupos nómadas de recolectores no acumulaban muchos excedentes de comida y dado el alto riesgo propio de la caza (el hecho de que cualquier día o semana uno podía regresar con las manos vacías), compartir y cooperar eran requisitos para asegurar que todos tuvieran suficiente para comer. Cualquiera que pujara por un estatus mayor o intentara tomar más de lo que le correspondía era ridiculizado y condenado al ostracismo por su audacia. Suprimir las jerarquías de dominancia de nuestros ancestros primates haciendo cumplir las normas igualitarias fue una adaptación central de la evolución humana, sostiene el antropólogo social Christopher Boehm. Esto aumentó la cooperación y disminuyó los riesgos conforme los pequeños grupos aislados de humanos se extendían hacia nuevos hábitats y regiones por todo el mundo y probablemente fue crucial para nuestra supervivencia y éxito.

¿Cómo fue, entonces, que llegamos a la era de la desigualdad institucionalizada? Eso se ha debatido por siglos. El filósofo Jean-Jacques Rousseau razonaba en 1754 que la desigualdad tenía sus raíces en la introducción de la propiedad privada. A mediados del siglo XIX, Karl Marx y Friedrich Engels se centraron en el capitalismo y su relación con la lucha de clases. Para finales del siglo XIX, los darwinistas sociales afirmaban que una sociedad dividida en clases era reflejo del orden natural de las cosas; como lo dijera el filósofo británico Herbert Spencer: "la supervivencia del más apto". (Incluso en la década de 1980, había algunos antropólogos que sostenían que esto era cierto, argumentando que el éxito de los dictadores era puramente darwiniano, y para respaldar sus ideas ofrecían los estimados de las grandes cantidades de progenie (http://www.constitution.org/jjr/ineq.htm) engendrada por los gobernantes de numerosas sociedades despóticas.)

El nacimiento de la jerarquía

Sin embargo, para mediados del siglo XX una nueva teoría comenzó a dominar. Algunos antropólogos incluyendo a Julian Steward, Leslie White y Robert Carneiro ofrecieron versiones ligeramente diferentes de la siguiente historia: el crecimiento de la población significaba que necesitábamos más comida, así que acudimos a la agricultura, lo cual llevó a los excedentes y a la necesidad de administradores y de papeles especializados, lo cual a su vez llevó a las correspondientes clases sociales. Mientras tanto, comenzamos a agotar los recursos naturales y tuvimos que aventurarnos a lugares aún más distantes para buscarlos. Esta expansión generó conflictos y conquistas, que tuvieron como resultado que los conquistados se convirtieran en las clases bajas.

Explicaciones más recientes han desarrollado más a fondo estas ideas. Una línea de razonamiento sugiere que los individuos que magnificaban su propia reputación y que vivían en tierras de abundancia ascendían en la escala social explotando sus excedentes: primero por medio de banquetes o regalos, y después por dominancia indiscutida. A nivel de grupo, arguyen los antropólogos Peter Richerson y Robert Boyd, la coordinación mejorada y la división del trabajo permitieron que las sociedades más complejas le ganaran lacompetencia a las sociedades más sencillas y equitativas. Desde un punto de vista mecanicista, otros sostienen que una vez que la desigualdad se instauró (como cuando la distribución inequitativa de recursos benefició más a una familia que a otras), simplemente se iba afianzando cada vez más. La llegada de la agricultura y el comercio resultó en la propiedad privada, la herencia y redes de comercio más amplias, las cuales perpetuaron y exacerbaron las ventajas económicas.

No es difícil imaginar cómo podría surgir la estratificación o cómo es que la práctica de la autoglorificación podría tener éxito de vez en cuando. Pero ninguna de estas teorías explica bien a bien cómo fue que aquéllos cuyo objetivo era dominar pudieron superar las normas igualitarias de las comunidades vecinas, ni por qué las primeras sociedades jerárquicas dejaron de hacer valer estas normas en primer lugar. Muchas teorías sobre la expansión de la sociedad estratificada comienzan con la idea de que la desigualdad es en cierto modo un rasgo cultural benéfico que confiere eficiencia, promueve la innovación e incrementa la probabilidad de sobrevivir. ¿Pero qué pasaría si lo opuesto fuera cierto?

En una simulación demográfica que Omkar Deshpande, Marcus Feldman y yo llevamos a cabo en la Universidad de Stanford, California, encontramos que, antes que conferir ventajas al grupo, el acceso desigual a los recursos es inherentemente desestabilizador y aumenta sensiblemente las posibilidades de que el grupo se extinga en ambientes estables. Esto fue cierto tanto si modelábamos la desigualdad como una sociedad de múltiples escalones de clase, como si la modelábamos en la forma que los economistas llaman distribución Pareto de la riqueza (ver "Inequality: The physics of our finances" [Desigualdad, la física de nuestras finanzas]), en la cual, como con el 1%, los ricos obtienen la mejor parte.

De manera contraintuitiva, el hecho de que la desigualdad fuera tan desestabilizadora provocó que esas sociedades se extendieran con el incentivo de migrar en la búsqueda de más recursos. Las reglas en nuestra simulación no permitían la migración hacia las localidades ya ocupadas, pero era claro que esto habría pasado en el mundo real, lo cual conduciría a la conquista de las sociedades igualitarias y más estables; exactamente lo que vemos si miramos hacia atrás en la historia.

En otras palabras, la desigualdad no se propagó de grupo en grupo porque fuera un sistema inherentemente mejor para la supervivencia, sino porque crea inestabilidad demográfica, lo cual impulsa la migración y el conflicto y lleva a la extinción cultural (o física) de las sociedades igualitarias. En efecto, en nuestras futuras investigaciones pretendemos explorar la posibilidad real de que la selección natural opere de manera diferente bajo regímenes de igualdad y desigualdad. Las sociedades igualitarias pueden haber fomentado a nivel de grupo la selección de la cooperación, el altruismo y la fertilidad baja (lo cual lleva a una población más estable), mientras que la desigualdad pudo haber exacerbado a nivel de individuo la selección de la fertilidad alta, la competencia, la agresión, la búsqueda de escalones sociales más altos y otros rasgos egoístas.

¿Qué podemos aprender de todo esto? Si bien las jerarquías basadas en la dominancia pueden haber tenido sus orígenes en el comportamiento social de los primates antiguos, los primates humanos no estamos atorados en una estructura social determinada por la evolución, donde sobrevive el más apto. No podemos dar por sentado que, porque la desigualdad existe, es en cierto modo benéfica. La igualdad, o la desigualdad, es una elección cultural.

Referencias

Chronique des Indiens Guayaki por Pierre Clastres (Editions Plon, Paris, 1972).


The !Kung of Nyae Nyae por Lorna Marshall (Harvard University Press, 1976).


"The complexities of residential organization among the Efe (Mbuti) and the Bamgombi (Baka): A critical view of the notion of 'flux' in hunter & gatherer societies" por Jon Pedersen y E. Wæhle en Hunters and Gatherers Volume 1: History, evolution and social change, edited by Tim Ingold, David Riches and James Woodburn (Berg, Oxford, 1988).


Nisa: The life and words of a !Kung woman por Marjorie Shostak (Harvard University Press, 1981).

The Forest People por Colin Turnbull (Simon and Schuster, New York, 1961).

"Egalitarian societies" por James Woodburn, Man, vol 17, p 431, 1982.


Hierarchy in the Forest: The evolution of egalitarian behavior por Christopher Boehm (Harvard University Press, 1999).

Deborah Rogers es investigadora asociada al
Instituto para la investigación en Ciencias Sociales de la
Universidad de Stanford y dirige la Iniciativa para la Igualdad

jueves, 12 de julio de 2012

Impugnación, o el oponerse con todas las de la ley

Sustantivo, femenino.

Hoy, López Obrador y su equipo presentaron un recurso para impugnar el resultado del proceso electoral. La impugnación es un combate, una refutación, un rebatimiento. Sobre todo, es una oposición con fundamentos. Tanto es así, que hasta la ley la permite. En un país como el nuestro, es un importante recurso para oponerse legal y legítimamente al contrario. El candidato de las izquierdas hace uso de ese derecho de ley. Si alguien quiere negárselo, que se lo impugne y, con ello, le dará validez al acto del tabasqueño.

Fuentes: La usuales (DRAE, DUEMM).

Boicot, o la ley del hielo en serio

Sustantivo, masculino.

En 1880, los irlandeses condenaron a Charles Cunningham Boycott al ostracismo social y económico por sus repudiables prácticas como administrador de tierras. En 2012, el #132 y otros miembros de la sociedad civil condenan a Soriana al ostracismo económico por haber participado en la repudiable práctica de compra de votos, aprovechándose de las necesidades más básicas de la gente humilde. El 2012 es el año en que se debe empezar a privar a las empresas de las ventas que necesitan, para obligarlas a comportarse con la ética que, como esenciales actores en la economía nacional que son, deben seguir. En 2012 empieza el boicot.

Fuentes: DUEMM y esa liga que puse arriba.


miércoles, 20 de junio de 2012

Ausencia, o la silla vacía

Sustantivo, femenino.

Hace pocas horas se celebró el debate organizado por el movimiento #YoSoy132. De lo que más se hablo fue de las ausencias.

"Ausencia", según el DRAE (siempre tan esclarecedor), es la "acción y efecto de ausentarse o de estar ausente". Más claro ni el agua que brota en la fuente. El DEM acompleta: "Falta de alguien o de algo en el lugar en el que debería o podría estar".

La ausencia es una falta, es carecer de algo o alguien, es un vacío. Durante las dos horas que duró el debate, la silla de Enrique Peña Nieto estuvo vacía. Sin embargo, la ausencia del candidato estuvo bien presente y perdurará por mucho tiempo.

Durante la transmisión del inédito ejercicio político y ciudadano, algunos se quejaban de la ausencia de la señal de Youtube. El problema no fueron las ausencias, sino el maremágnum de presencias de ciudadanos que quisieron informarse y ejercer un juicio crítico. Con más de 90,000 vistas simultáneas, el sitio del canal de videos sufrió por no poder satisfacer tal demanda. Esto demuestra que la verdadera ausencia es la de ancho de banda en el país, no la de organización técnica del debate.

 Volvamos a la definición del DEM. Nos dice que la ausencia es la falta de alguien en el lugar en el que debería estar. Peña Nieto pudo, pero ¿debió haber estado en el debate? El candidato ofreció la explicación de su ausencia. Con todo, este explorador de tumbaburros piensa que en su explicación no hay justificaciones, sino excusas. En el debate #yosoy132 hubo fallas técnicas, errores de conexión, titubeos de los estudiantes, de los moderadores y de los candidatos, limitaciones de tiempo y hasta increpaciones comprensibles, pero la parcialidad brilló por su ausencia. No había a qué tenerle miedo, pero aparentemente los blanquillos del candidato del PRI-PVEM prefirieron abstenerse.

¿Acaso estamos haciendo "malas ausencias"? El DRAE define esta locución como el vituperio que se hace de alguien ausente. Pues sí, vituperiamos. Mal-ausenciamos. Pero sólo porque la silla vacía del candidato priísta fue un vituperio, un oprobio, una afrenta, una deshonra al ejercicio democrático del país en primer lugar. Con esta abstención, Peña Nieto demostró sus ausencias ("Estado de abstracción o distracción total de una persona [DUEMM]").


Para que tengamos presente el hecho, dejo aquí el video íntegro del debate aludido.




Y con ello, me ausento por lo que queda de la noche.


Sinónimos: Vacío, abstracción, falta, carencia, separación, alejamiento, privación, defecto, omisión, rabona, pinta. (Los últimos dos, mis favoritos. En contexto: "hacer la rabona", "irse de pinta".)

Fuentes: Las usuales. DRAE: Diccionario de la Real Academia Española. DEM: Diccionario del español de México, por el Colegio de México. DUEMM: Diccionario del uso del español, por María Moliner.


Ejemplos: 
1. "Aceptación impávida del crimen y la crueldad por razones políticas y tácticas. Ausencia de escrúpulos morales. Codicia por el oro y los bienes patrimoniales. Mezquindad para dar ese oro a sus soldados. Avidez erótica puramente animal. Gusto por la pulcritud personal. Interés y amor por la tierra conquistada y su pueblo. Intensa religiosidad y fidelidad a su rey." La Noche de Hernán Cortés, Vicente Leñero. 
2. "En "Waking in the Blue" (Despertando en el Azul), Robert Lowell exclama: ¡Ausencia! Mi corazón se hace tenso Como si el arpón se aprestase para el golpe mortal." - La Hora, 14/07/1997, Guatemala. 
3. ¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?- Ausencia, Jorge Luis Borges.

Tomados del CREA (1,2) y de la internet, así nomás (3).







jueves, 14 de junio de 2012

Serenarse y gobernarse, o los llamados a distintas ideas de orden

Verbos pronominales. Úsanse también como transitivos o intransitivos.

Por ahí del 6 de junio del presente, el candidato de las izquierdas se presentó a una entrevista
un debate

una mesa redonda

un lamentable show pseudoperiodístico

un programa de televisión donde casi una decena de periodistas
conductores de programas de noticias
reporteros
anfitriones de Big Brother
comunicadores
personas le hicieron preguntas, inquisiciones y alguno que otro extrañamiento sobre el contenido de un cierto costal donde cabrían todos.

No es mi intención analizar las sutilezas lingüísticas de lo que se dijo en dicho programa, pero debo reconocer que hubo cierto momento que me llamó fuertemente la atención y es lo que quiero compartir en la palabra de la coyuntura de hoy.

Tras una pregunta espinosa de Adela Micha, Andrés Manuel López Obrador hizo gala de un soberbio gambeteo discursivo y evitó la respuesta directa con un "Ése no es el tema". Esto motivó la furia de la preguntadora, que se puede apreciar, sin pausas comerciales, en el video de aquí abajo.  


Atención especial, por favor, al siguiente intercambio:

--Se... ¡Serénate!
--¡Gobiérnese!

Con sendos imperativos, los interlocutores llaman a su particular idea de paz y armonía. Estos verbos tienen muchos usos y sus acepciones difieren ligeramente en cada una. En este caso fueron usados como verbos pronominales, es decir, en los que la acción recae sobre el mismo sujeto que la ejerce*. Veamos qué nos dicen los diccionarios sobre este particular uso.

Serenarse significa "templar, moderar o cesar del todo en el enojo o señas de ira u otra pasión, especialmente en el ceño del semblante" [DRAE]. Parece que AMLO traía esta definición en su acordeón, pues al ver el ceño del semblante de Adela Micha la convocó atinadamente a que se despojara de sus pasiones, en el contexto de lo que debía ser un ejercicio comunicativo objetivo, i.e., sin pasiones.


Gobernarse significa "regirse según cierta regla, norma o idea, administrarse, manejarse, comportarse" [DRAE, DUEMM]. Adela Micha no estaba llamando a AMLO a que se despojara de sus pasiones, sino a que se rigiera según su particular idea de las normas de comportamiento en su programa. Es curioso que haya contestado un llamado al orden con un llamado a la rectitud, dando a entender que los pedidos de serenidad no son parte de las normas de comportamiento en su televisora. Esto no acabo de entenderlo. Vaya, el imperativo de Adela Micha tendría sentido si AMLO se hubiera subido a un ring de box a pedir calma y sosiego.

-¡Serénense!
- Pero los rings de box son para las pasiones, Andrés.
-Llamo a la calma.
-Compórtate según las reglas de un ring de box, Andrés. O te pones los guantes o te callas.
-Propongo moralizar los rings de...
*Jab, golpe al hígado, lona, K.O.*

Sin embargo, en un intercambio racional de ideas, tachar los llamados a la paz como una transgresión a la norma, pues como que sí se me hace lo que viene siendo un contrasentido.

Ahora, puede que esté equivocado y en realidad Adela Micha soltó su petición como reflejo de un profundo instinto infantil.

-¡Serénate!
-¡Serénate tú!
-¡Serénate tú una vez más que yo!
-¡Serénate tú hasta el infinito!

Tal vez nunca lo sabremos, pues sospecho que pedir ese tipo de aclaraciones sí que va en contra de las normas de comportamiento de su televisora. En fin, podemos vivir con la duda.


Y bueno, confieso que no elegí estas palabras de la coyuntura sólo por el solaz que obtengo criticando a los de la pantalla (que es mucho), sino por la cantidad de serenidad en las discusiones actuales aquí y en otros foros (que es poca). En estos tiempos de arenas electorales, de encarnizadas defensas de las preferencias políticas, de disensiones con los amigos, con los hermanos y hasta con el perro (que, ni que negarlo, busca su hueso), es necesario conservar cierto grado de sosiego. A todos nos gusta hablar, a todos nos gusta que nos escuchen, a todos nos gusta que nos pongan "like" en nuestro estado, pero cuando se trata de intercambiar ideas que llegan a las fibras sensibles, no hay otra forma de hacerlo más que con calma y serenidad. Hay que pensar antes de hablar, decíamos. Luego, llegó la internet y nos dijo: "hay que guglear antes de tuitear". Pues ahora yo digo que hay que respirar hondo antes de cualquiera de las cuatro.



¡Serénense todos! (Cántese con la música de la canción Aviéntense todos de Los Locos del Ritmo)

Y acabo con una recomendación literaria sesgada y limitada, pero no por ello menos sincera. Max Aub, escritor hispano-mexicano, trabajó excelsamente el tema de los disensos, las discusiones y los conflictos de puntos de vista en su obra teatral Una botella, la cual pueden leer en esta antología. Me parece sumamente oportuna en estos tiempos. Bueno, en cualesquiera tiempos. Vino a mi mente tras recordar una la línea que proclama el Payaso al ver que los ánimos se caldean:

-Sosegaos, reponeos, tranquilizaos, apaciguaos, morigeraos.

 Hago eco de la propuesta del Payaso y pido a todos los que vayan a participar en discusiones familiares, locales, generales, fraternales, maritales, sociales, politicales, que se sosieguen, se repongan, se tranquilicen, se apacigüen y se morigeren.  De otro modo, empezamos perdiendo.






Fuentes: Las usuales. DRAE = Diccionario de la Real Academia Española. DUEMM = Diccionario del uso del español, María Moliner.


Sinónimos: Para "serenarse", calmarse, sosegarse, tranquilizarse, consolarse, apaciguarse, aquietarse, templarse, moderarse, morigerarse (aunque este último ya está viejito, según el DRAE). Para "gobernarse", regirse, conducirse, administrarse, comportarse, enderezarse, calzarse.

Usos: 
"Abbondanzieri, ya convencido de que tiene el lugar asegurado, deberá concentrar su esfuerzo en serenarse, en afirmar su personalidad como patrón del área, en ensayar una actitud de liderazgo sin levantar demasiado el perfil. El arquero es el primer respaldo para el equipo. (Clarin, 2006-02-03)" 
(Tomado de este diccionario en línea.)
"Bajo el término “gobernarse por sí mismo” se quiere hacer alusión no sólo a que una persona pueda por sí misma cumplir sus funciones vitales (higiénicas, de alimentación, vestirse, o caminar) sino que pueda llevar a cabo todos los actos (y negocios) que requiere la vida ordinaria (por ejemplo, entre otros, cubrir sus necesidades de transporte, tener y desarrollar un trabajo remunerado, gestionar su patrimonio, etc.) e incluso con un carácter más extraordinario, por lo trascendental de dichas decisiones (obtención de una vivienda, decidir cómo y con quién se quiere vivir, etc)."(Tomado de esta página)
 

*Como ejemplo clarificador, tenemos el clásico "peinarse". Aunque se puede peinar el pelo ajeno, al usar "peinar" como pronominal quien se ha de peinar es uno mismo mismísimo.

lunes, 11 de junio de 2012

Apartidista y apolítico, o la disyuntiva entre estar informado y definirte o no estar informado y que te definan

Adjetivos. Úsanse tambien como sustantivos.

El movimiento #yosoy132 se ha definido como apartidista, mas no como apolítico. Esto debería ser inteligible desde las mismas palabras.

Un apolítico es el que no se interesa o no participa en la política. Puesto que es imposible ser verdaderamente apolítico en una sociedad (cualquier postura asumida es política, incluso la falta de postura), el movimiento evidentemente no podía serlo.

Un apartidista, como lo dice el mismo nombre, rompe con los partidos. Pero eso no significa que deje de reconocer a los partidos como entidades políticas en el país. De modo que los #132 bien pueden pronunciarse en contra de algún partido político sin perder su condición apartidista (no se identifican con ninguno). Apartidismo no significa negar la existencia de los partidos ni su papel en la política nacional. Eso sería sencillamente necio.

Sin embargo, a muchos no les queda clara esta distinción, pues acusan al movimiento de ser partidista en el momento en el que se define anti-Peña Nieto.

Hagamos un ejercicio de imaginación pueril (tranquilos, no involucra cambiarle el sexo a nadie) para tratar de encontrar una grieta en esa crítica.

Imagino que estoy en un acalorado debate sobre futbol. En la mesa me he declarado abiertamente ajeno al futbol, pues prefiero otros deportes (el blatabol, entre otros). Sin embargo, no puedo dejar de meter mi cuchara cuando los americanistas de la mesa empiezan a hablar. Sus argumentos me parecen vacíos y me incomodan sus ínfulas de superioridad. De modo que decido pronunciarme anti-americanista. ¿Significa esto que, en consecuencia, me empezó a gustar el futbol y que tengo ahora la obligación de elegir un equipo? No, puedo seguir siendo anti-americanista sin que me guste el futbol. Incluso, es muy probable que si analizara las calidades futbolísticas del Club América me quedaría sin argumentos de peso para pronunciarme en su contra (no por reconocer su calidad, sino porque es más o menos la misma que la de todos los demás equipos). De modo que es precisamente por estar ajeno al futbol que puedo solidificar más mi postura y no caer en contradicciones. Hasta aquí el ejercicio imaginativo. ¿Puede aplicarse al análisis de nuestras palabras? Yo creo que es una analogía muy precisa, pero sospecho que a los americanistas (o a su empresa madre) no acaba por gustarles.

Dejemos entonces de lado la puerilidad y pongámonos solemnes. Con un monóculo y un sombrero de copa puestos y unos bigotes de caballero inglés bien recortados, cito un interesantísimo estudio de la Universidad de Salamanca y el Colegio de México sobre el apartidismo y el apoliticismo en México.

Los autores acuden al politólogo estadounidense Rusell Dalton para establecer las definiciones de apartidismo y apoliticismo. En ellas se introduce una vital distinción: la movilidad cognitiva. Este terminajo se refiere a tener los recursos para definirse política y electoralmente sin depender de señales externas, especialmente aquellas que vienen de los partidos. Una persona con movilidad cognitiva sería una persona informada y con juicio crítico sobre el acontecer político en el país. Un apolítico, en consecuencia, carece en gran medida de esta movilidad cognitiva. No está interesado en la política como consecuencia de la apatía más que por decisión racional. Aquí los autores reconocen que es imposible ser apolítico de manera reflexiva y crítica. O dicho de otro modo, adoptar una postura como resultado de un análisis juicioso e informado nos convierte en entes políticos. Pero, atención, esa politización no conlleva necesariamente una partidización. Para algunos, los partidos son la fetichización de la política, pues éstos la entienden como un fin y no como un medio, lo cual es falso. Existen otras formas de hacer política fuera de los partidos. Así, es natural que las críticas al movimiento por llamarse apartidista pero no apolítico y aún así participar en la política nacional provengan de quienes creen que la única forma de hacer política es a través de los partidos.

La siguiente tabla ilustra muy bien las posturas y definiciones que hasta ahora hemos analizado.

Movilidad cognitiva/Identificación política               Identificados                No identificados
            Alta                                                       Partidistas cognitivos             Apartidistas 
            Baja                                                        Partidistas rituales                 Apolíticos


Se puede ser partidista o no (identificación política), y se puede tener información y juicio crítico o no (movilidad cognitiva). Lo que presenta la tabla serían las combinaciones de esas características. Hay que poner atención especial en que existen dos tipos de partidistas según su nivel de movilidad cognitiva. Los autores los llaman partidistas cognitivos y partidistas rituales*. Si hubiera que poner etiquetas simplistas, a los primeros los llamaríamos simpatizantes y a los segundos acarreados.

Nótese también que la diferencia entre los apartidistas y los apolíticos no es la falta de preferencia por un partido (característica compartida por ambos), sino el ejercer un juicio reflexivo sobre su condición política. Los autores señalan que ambos tipos de ciudadanos conforman a los indecisos, a los votantes independientes en las elecciones. Sin embargo, esa indecisión puede tener dos causas. En los apartidistas la causa sería la falta de identificación con cualquier partido como resultado de un análisis racional; mientras que en los apolíticos la causa sería sencillamente la apatía y la desinformación.

Toda esta cháchara sobre la identificación partidista sería irrelevante si no existiera el hecho documentado de que los apolíticos pueden convertirse en partidistas sin ganar juicio crítico en el camino. Es decir, pueden pasar directamente de ser apáticos a ser acarreados. Las motivaciones sólo las podemos imaginar (¿dinero, promesas de poder, atracción física, simple y llano borreguismo?), pero esto resulta ser un fenómeno crucial en esta coyuntura**.

Más adelante en su artículo, los autores señalan que el apartidismo y el apoliticismo han crecido en México en las últimas dos décadas como consecuencia de un aumento en la escolaridad promedio de la población. De hecho, en 2003, el sector de la población que menos identificación partidista tenía era el sector con estudios universitarios. El apartidismo y el apoliticismo han crecido entre los jóvenes más que entre cualquier otro sector de la población. Sin embargo, es de hacer notar que los apolíticos han crecido más que los apartidistas. Esto significa que cada vez hay más personas que no ejercen la política informada y juiciosamente. En los inicios de la década pasada, este sector representaba el 27% del total de electores. Sobre este hecho, los autores señalan:

"El [crecimiento] de los "apolíticos" es un síntoma de la creciente falta de representación política entre los sectores más vulnerables. Los "apolíticos" de hoy son, en buena medida, los "partidarios rituales" de ayer. Dado que los apolíticos han crecido en todos los rangos de edad, y significativamente entre los jóvenes, esta hipótesis significa que el sector de los apolíticos se nutre de los partidarios rituales del pasado (entre los de mayor edad) y de jóvenes que hubieran sido muy probablemente partidarios rituales en otros contextos políticos y sociales."

Con estos elementos, no tenemos que ser doctores en ciencia política para imaginar qué es lo que está pasando en estas elecciones. El PRI supo interpelar a ese sector de jóvenes apolíticos que "muy probablemente hubieran sido partidarios rituales en otros contextos políticos y sociales" y efectivamente los convirtió en partidarios rituales en este particular contexto político y social. De manera simplista, llamémoslos "porros del PRI". Partidistas rituales. Partidistas con baja o nula conciencia política. Partidistas que nunca se han cuestionado seriamente su identificación partidaria. Partidistas que pasadas las elecciones volverán a su apoliticismo apático.

En este desconsolador diagnóstico, brilla una luz de solución. Si lo único que hace falta para convertir a un apolítico en un apartidista son los recursos para definirse política y electoralmente, sin depender de señales externas, entonces lo que estamos obligados a difundir es la autoconciencia política, la recepción de información de manera reflexiva y crítica. Esto nos capacitará como entes políticos y nos permitirá decidir nuestro futuro con nuestras propias manos. Si en el camino decidimos partidizarnos, estará bien, siempre y cuando mantengamos esa movilidad cognitiva, esa capacidad de análisis crítico de nuestra condición política. Pero mientras tanto, asumamos y defendamos nuestra postura política apartidista. Informémonos para definirnos, y llevemos la información a otros para evitar que alguien más los defina.

En suma, no busquemos partidizar a nadie. Busquemos convertirlos a todos en entes políticos reflexivos e informados.


Fuentes: Seguid las ligas, hermanos míos. Esta vez no hubo tumbaburrazos.

Sinónimos: Nada dicen los tesauros. Yo propongo para "apartidista": apartidario, votante independiente, indeciso, y para "apolítico": apático.

Ejemplos de uso: Ahora sí, no les hago la tarea. Basta googlear "apartidista" o "apolítico" junto con "#yosoy132" y verán multitud de ejemplos de uso.


* Realmente, el término que ellos usan es "partidario", pero lo oponen a "apartidista" en todo el texto, de modo que no encontré razones para no convertir "partidario" en "partidista".

** Nótese que le estoy perdiendo aversión a esta palabra.

Anomia, o la ausencia de consciencia social

Sustantivo, femenino.

Ésta ya es vieja. Sin embargo, me parece adecuada porque retoma un cuestionamiento que hasta ahora no se ha querido responder. Además, es uno de los grandes temas nacionales que paradójicamente resultó uno de los grandes ausentes en el segundo debate presidencial. Aboquémonos a ella.

"Anomia" es una palabra tan dominguera, que ni el DEM la recoge (como tampoco el corrector de ortografía de Firefox). Otros diccionarios que sí habían oído hablar de ella dicen que es la ausencia de leyes o normas sociales o la degradación de ambas. Recordemos que, como el DEM y el 89%* de los mexicanos, Peña Nieto no había oído hablar de ella. Cuando se le planteó en la Ibero, en ese dichoso viernes negro, sólo pudo atinar a decir: "¿Me puede repetir la pregunta?". Y se la repitieron, y aún así no supo que decir. En fin.


Con todo, la anomia del país no es un tema risible. En un sexenio con más de 60,000 muertos, gran parte de ellos resultan directamente de la anomia en los estados gobernados por el narco. Aunque tal vez haya que precisar. En los estados con el mayor índice de violencia, no hay una ausencia de normas sociales. Las normas y las leyes existen, pero las imponen los capos del narco. Se hablaría entonces de una anomia gubernamental. La falta de observancia de las leyes constitucionales en los estados tomados por el narco es quizá el tema más espinoso y relevante de la actual coyuntura. Sin embargo, ningún candidato se ha metido con él, acaso por ignorancia, acaso por miedo. Así, en este punto es relevante la segunda acepción del DRAE sobre nuestra palabra: "Trastorno del lenguaje que impide llamar a las cosas por su nombre." Así es, todos los candidatos sufren de anomia, pues en este debate no atacaron esa gran cosa que es la inseguridad y que tiene por nombre "narcotráfico".

Interesantemente, el DUEMM nos ofrece una tercera definición: "Situación del individuo incapaz de orientar su conducta, por carencia de normas sociales adquiridas o incongruencia en ellas." Esta acepción es diferente a todas las anteriores. Nos preguntamos entonces si viene al caso. Y nos respondemos "¡Claro que sí! ¿Una pista? Peña Nieto". Entonces nos felicitamos por tanta claridad y seguimos redactando. Si alguien sufriría esta tercera definición, sería precisamente el candidato del dinosaupriísmo. Pese a los cuestionamientos en la Ibero y las protestas subsecuentes (hasta llegar a circa 100,000 personas este fin de semana), Peña Nieto y su equipo no han sabido orientar su conducta aún después de constatar la tan grande influencia mediática que ha ganado el movimiento en su contra, cuya principal pero no única cara es el movimiento #yosoy132. Para ellos, una respuesta congruente es enviar camiones llenos de porros al Estadio Azteca. Pff. Están más ciegos que una tapia y más sordos que un topo. Y así, son más anómicos que ningún otro candidato de ningún otro partido. Son incapaces de orientar su conducta debido a su incapacidad de asumir las normas sociales básicas (como el abstenerte de mandar reprimir, violar y matar a tu hermano mexicano) y se mantienen en un alto grado de incongruencia política. No saben nada sobre las normas sociales básicas, no tienen ni una pizca de consciencia social. A nadie le quedaría mejor el calificativo de "anómico" que a ellos. Aunque también se me ocurren otros más coloridos, pero esos los dejaré para cuando abra mi blog sobre "las groserías más ofensivas de la coyuntura".

En suma, hay "anomia" en más lugares de dónde la imaginábamos. No resulta ser tan ajena a nuestro panorama político, sino al contrario. Fue una excelente pregunta esa que le hiciste a Peña Nieto, compañero de la Ibero. No sólo evidenció su ignorancia en la primera definición de la palabra, sino que lo orilló a mostrarse como el más anómico de los candidatos, que justifica la violencia como medio de convivencia. Que se vaya a vivir a su propio país, con sus propias leyes, donde no sufra de anomia sólo porque él inventará las leyes para su beneficio (Artículo 1. Soy el más guapo y nada más importa).

Y así, nos despedímos de la falta de gobierno consignando "¡gobiérnese!". Y sin ladrar.


Fuentes: Las de siempre, menos las que no sirvieron para esta tan dominguera.
Sinónimos: Los tesauros tampoco la conocían. Propongamos: falta de gobierno, anarquía.

Algunos usos actuales: Del CREA (http://corpus.rae.es/creanet.html).
- "...que se resume en la fragmentación social que vivimos y que nos sumerge en la "anomia" (autodestrucción social) y en la violencia.
".
- La "anomia"es un síntoma general que padecen todos los ex adeptos y que se define como "un sentimiento de alienamiento y desgana que resulta de la pérdida o debilitamiento de las normas de valoración, los ideales y los objetivos anteriores" (Dr. Michael D. Lagone).
- El principal dilema que tienen planteado las mujeres uruguayas es el grado de anomia individual y colectiva que ha invadido la sociedad uruguaya



*Cifra groseramente inventada.

domingo, 10 de junio de 2012

Coyuntura, o "como que algo se va a mover"

Sustantivo, femenino.

Yo odio esta palabra. Siempre la veo feliz y campante junto a todas las otras palabrejas del politiqués, viviendo en alegre muchedumbre sin que aporte demasiado. Pero lo cierto es que estos días han estado muy, pero muy politizados y no resulta raro que haya cobrado tanto protagonismo. Vaya, si hasta forma parte del nombre de este blog. Vale la pena definirla entonces.

Las primeras acepciones de los diccionarios hablan de una "articulación", una articulación principalmente entre dos huesos. Provendría del latín cum, con, y iunctura, unión. Una juntura es, por si nos preguntamos, una "parte donde se unen dos o más cosas" [DRAE]. Así, la "coyuntura" es la existencia intensificada de una unión. Sin embargo, más allá de su mero origen, lleva la idea de movimiento, lo que nos da como resultado una unión movible: una articulación.

La segunda acepción de los diccionarios nos acerca más a nuestro molino. Una "coyuntura" es una circunstancia o un conjunto de circunstancias que se presentan, determinan o son determinadas por los acontecimientos sociales, políticos o económicos en una nación. Ahora el término "coyuntura electoral" es más claro que el agua. Sin embargo, a mi parecer nuestra palabra, más sobajada que el curul de un diputado, ha ganado cierta carga semántica extra. La coyuntura electoral actual no es sólo un conjunto de circunstancias nacionales, es un conjunto de circunstancias dónde parece que algo va a pasar, dónde parece que algo se va a mover. La gran articulación que es el 2012 se va a doblar. Aunque los diccionarios no recogen esta idea como tal, la coyuntura electoral ha cobrado importancia debido precisamente a que hay una atmósfera para la modificación de las circunstancias, para bien o para mal. Y así, volvemos a la definición primaria de "coyuntura". En esta elección, las circunstancias se moverán hacia un lado o hacia otro, perdiendo definitivamente su calidad de inamovibles.

Esperemos estar en lo correcto.


Sinónimos: Articulación, juego, maniobra, movilidad, engranaje, mecanismo, bisagra, gozne, encaje, charnela, trabazón, oportunidad, sazón, ocasión, circunstancia, coincidencia.
 Fuentes: Las usuales.
Algunos usos actuales:
Aprovechan maestros coyuntura electoral para frenar avance educativo: http://ww2.noticiasmvs.com/noticias/estados/aprovechan-maestros-coyuntura-electoral-para-frenar-avance-educativo-319.html
 Vicente Fox ofrece conferencia sobre la coyuntura electoral: http://grupoinformativoasisucede.com.mx/celaya/?p=7890

Suspenderá Conapesca programas por coyuntura electoral: http://uniradioinforma.com/noticias/politica/articulo100111.html

Presentación, o "¿pa' qué chingaos?"

Presento este blog, llamado "Palabras de la coyuntura", para llevar un poco de claridad a las discusiones del momento mexicano o, en el peor de los casos, sólo para llevar un poco de regocijo a nuestras cansadas cabezas. Con suerte, este blog también trascenderá el primero de julio de 2012, pero hasta entonces pensaré en cambiarle el nombre.

Puesto que no pretendo poseer las artes de Doña Moliner, recurro a por lo menos tres fuentes para convertir estos ceros y unos en palabras:
1) El Diccionario de la Real Academia Española [DRAE], vigésima segunda edición.
2) El Diccionario de uso del español [DUEMM], de María Moliner (supongo que la versión editada por Gredos, pero no lo sé de cierto: http://www.diclib.com/cgi-bin/d1.cgi?l=en&st=2&page=showindex&start=0&base=moliner&id=&letter=).
3) El Diccionario del español usual en México [DEM], del Colegio de México (edición en línea: http://dem.colmex.mx/Default.aspx)

También he de acudir de vez en cuando a otros diccionarios, diversos tesauros impresos y en línea (como la chulada del Diccionario Español de Sinónimos y Antónimos de Sainz de Robles, editado por Aguilar, que le robé a mi papá) u otras obras de interés lingüístico.

Y bueno, de una vez voy avisando, también usaré mi poder mutante de superintuición semántica para añadir glosas a las palabras que analice. Pero, como en todo, se reciben disensiones y son muy bienvenidas.